Más allá de los tratamientos estéticos: Trastorno Dismórfico Corporal en la estética

Más allá de los tratamientos estéticos Trastorno Dismórfico Corporal en la estética

Autor:

En el apasionante mundo de la cosmetología, cosmiatría y el bienestar, nuestro objetivo es realzar la belleza y promover la confianza. Sin embargo, en nuestra práctica diaria, podemos encontrarnos con clientes cuyas preocupaciones estéticas van más allá de lo superficial, adentrándose en el complejo terreno de la salud mental. Uno de estos desafíos es el Trastorno Dismórfico Corporal (TDC), una condición que exige nuestra comprensión, empatía y una gestión profesional impecable.

¿Qué es el Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) en la Estética?

El Trastorno Dismórfico Corporal es una condición de salud mental caracterizada por una preocupación obsesiva y persistente por uno o más defectos percibidos en la apariencia física que son, en realidad, mínimos o inexistentes para los demás. Esta preocupación genera una angustia significativa y un deterioro en la vida diaria del individuo.

En el contexto estético, el TDC se manifiesta cuando un cliente busca tratamientos de forma compulsiva para corregir un «defecto» que no existe o es apenas perceptible. Los síntomas clave que como profesionales podemos observar incluyen:

  • Demandas irrealistas: el cliente pide resultados imposibles o una transformación total que no se alinea con la realidad de los tratamientos.
  • Insatisfacción persistente: a pesar de obtener resultados positivos, el cliente sigue insatisfecho, buscando más procedimientos o criticando el trabajo realizado.
  • Búsqueda incesante de tratamientos: un historial de múltiples intervenciones con diferentes profesionales, siempre en búsqueda de la «solución» a su «defecto».
  • Angustia significativa: la preocupación por su apariencia consume gran parte de su día, afectando su estado de ánimo y sus interacciones sociales.
  • Focalización excesiva: el cliente se obsesiona con un detalle minúsculo (un poro, una asimetría casi imperceptible) ignorando el panorama general de su bienestar.

Estrategias de detección y manejo en cabina: un enfoque ético

Nuestro rol como profesionales de la estética es crucial. No somos terapeutas, pero somos quienes, a menudo, detectamos estas señales de alarma. El manejo debe ser siempre desde la empatía, el respeto y la ética profesional:

  1. Comunicación empática y escucha activa: inicia la consulta con una escucha profunda y sin juicios. Permite que el cliente exprese sus preocupaciones, pero mantente atento a patrones de lenguaje excesivamente negativo o a una fijación desproporcionada en un «defecto».
  2. Establecimiento de límites claros: aprende a decir «no» cuando un procedimiento no es necesario, no beneficiará al cliente o podría incluso empeorar su estado psicológico. Explica tus razones de forma clara y amable, enfocándote en la seguridad y el bienestar del cliente.
  3. Gestión de demandas irrealistas: en lugar de prometer la perfección, redirige la conversación hacia la salud de la piel y la mejora del bienestar general. Enfócate en resultados alcanzables y explica los límites de cada tratamiento. Si la expectativa es inalcanzable, es una bandera roja.
  4. Identificación de «banderas rojas»: La obsesión constante, la ansiedad extrema por su apariencia, las peticiones excesivas o la insatisfacción crónica son señales claras que sugieren la necesidad de apoyo psicológico.

La importancia crucial de la derivación psicológica

Es fundamental entender que el Trastorno Dismórfico Corporal es una condición de salud mental y, como tal, no podemos ni debemos intentar «tratarlo» desde nuestra posición. Nuestro deber ético es velar por el bienestar integral del cliente, y esto a menudo implica la derivación a un profesional de la salud mental.

¿Cómo y cuándo sugerir la derivación?

La derivación debe hacerse de manera constructiva y empática, sin confrontación ni juicio. Puedes decir algo como: «entiendo su preocupación por esta área, y aunque con nuestros tratamientos podemos lograr mejoras, noto que esta situación le genera mucha angustia. A veces, cuando la preocupación es tan intensa, es útil hablar con un especialista en imagen corporal o un terapeuta cognitivo conductual que pueda brindarle herramientas para manejar esa ansiedad y encontrar un mayor bienestar. Mi prioridad es su salud integral, y creo que este paso podría ser muy beneficioso.»

Recursos para la derivación pueden ser psicólogos especializados en trastornos de la imagen corporal, psiquiatras o centros de salud mental que ofrezcan terapia cognitivo conductual (TCC), que es muy efectiva para el TDC.

Caso hipotético:

Imagina a un cliente de 30 años que busca constantemente tratamientos faciales para un «poro gigante» que es prácticamente invisible. Ha visitado múltiples centros, ha gastado una fortuna y, a pesar de las mejoras generales en su piel, su angustia por ese poro persiste. Aquí, nuestra responsabilidad es validar su sentir, explicar los límites de los tratamientos estéticos para ese «defecto» percibido y, con tacto, sugerirle que explore el apoyo de un psicólogo para gestionar la ansiedad asociada a esa preocupación.

Tu rol ético: formación y empatía

Como profesionales de la estética, somos una pieza clave en la detección temprana y el fomento del bienestar integral del cliente. Nuestra responsabilidad ética va más allá de la estética física; incluye reconocer cuando una persona necesita un tipo diferente de ayuda.

Por eso, es fundamental buscar formación y capacitación sobre psicología estética y el manejo de clientes con TDC. Esta área de conocimiento nos empodera para brindar un servicio más completo y humano.¡Te invitamos a ser parte de esta conversación vital! Asiste a Expostetic y busca las ponencias o talleres relacionados con el bienestar emocional, la psicología en la estética y el manejo profesional de clientes con exigencias estéticas irrealistas. Fortalece tus habilidades y contribuye a una industria más consciente y responsable.